Noticias

Confederación Católica de Educación - CONACED BOGOTÁ
10
Ene

UNA ESCUELA EN SALIDA AL ENCUENTRO DEL OTRO

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,2  completen mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, dedicados a un mismo propósito. 3  Nada hagan por rivalidad o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4  no busquen su propio interés, sino el de los otros.
Filip.2, 1-4

Apreciados maestros. El maestro tiene dos grandes misiones. Una, la de cuidar la vida y la otra, la de ser buen mediador para responder a la necesidad de todo ser humano de entenderse a sí mismo y al mundo. Gratitud a ustedes maestros por la vocación con la cual han sido agraciados y por la misión puesta al servicio del cuidado de la vida. El espíritu cordial de sabiduría y de conocimiento ha sido el sello que da identidad al ser maestro y la fuerza que impulsa a salir de la mismidad para ir al encuentro de aquel que nos necesita. Romper la armadura del egoísmo es encontrarme a mí mismo para ir al encuentro del otro desconocido y diferente. Compartir el ser y el quehacer propios con otros es riqueza que crece y fortalece. Estar unidos hace que ganemos fuerzas uno de otro. Invitados a pensar y sentir de la misma manera como educadores al servicio de la vida.
El encuentro permite conocer y sentir al otro. Tener el mismo amor es una preocupación pura y directa por el bienestar de otra persona; es condición para el encuentro y tiene que ser el interés fundante. El amor es una palabra de “hacer” más que de “sentir.” No requiere que aprobemos de las acciones de los que amamos – ni siquiera que disfrutemos de su compañía. Sí requiere que actuemos por el bien de esa persona – que mostremos nuestro amor de alguna manera práctica. Una persona amor hará todo lo posible para alimentar al hambriento – y dar de beber al sediento – y darle la bienvenida a un extraño – y vestir al desnudo – y visitar al enfermo y a la persona en la cárcel (Mateo 25:31-46). La persona amor tiene poco o nada que ganar al ayudar a estas personas marginalizadas. El impulso de
su amor ágape es dar, no recibir.

La cultura del encuentro exige ser “unánimes” (v. 2b-3) (sympsychos). La palabra griega sympsychos es una combinación de dos palabras griegas – sun o syn, que significa “con” y psyche, que significa “aliento” o “vida” o “el aliento de la vida” o “alma”. Encuentro es vivir unidos compartiendo vida y alma uno con otro.
Como maestros estamos llamados a enfocar nuestra misión por un mismo horizonte, el cuidado de la vida. Para que el encuentro se dé hay que evitar intereses individuales y egoístas. “Nada hagan por rivalidad” (eritheia) (v. 3a). La palabra eritheia se usaba para hablar de elecciones partidarias y sin principios. La persona culpable de eritheia no solo es egoísta, sino que seguramente no siente ninguna preocupación por los que lastima para lograr su meta. La Eritheia describe una fealdad de espíritu que produce conflicto y daño.
Nuestra mayor gloria como educadores tendrá su fundamento en el cuidado de la vida del otro. La palabra kenodoxian, entonces, significa gloria vacía – vanagloria – gloria que no tiene ningún hecho para apoyarla. La cultura del encuentro es una "pasión" compartida, es una nueva manera de estar con el otro, es un entusiasmo, es un estilo de vida. Significa que, como educadores, nos apasiona el encontrarnos para buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar nuestro ser y quehacer como escuela que anuncia el reino de la vida.

P. José María Flórez J. cmf
Presidente

Dejar un Comentario