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Confederación Católica de Educación - CONACED BOGOTÁ
5
Mar

Pistas para la Lectio Divina del Miércoles de Ceniza

LA CUARESMA ES UNA OPORTUNIDAD
Una renovación del camino para llegar a la meta

“Ninguno llegue tarde al tiempo de Dios, ninguno sea perezoso en el servicio divino.

Sean todos perseverantes en la oración, fieles en la constante devoción.

Sean vigilantes mientras es de día. El día resplandece. Cristo es el día” (San Agustín)

“Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación”

“Te pedimos, Señor, que le concedas a este siervo tuyo

frutos dignos de penitencia,
para que sea restituido inocente
a tu Santa Iglesia,

de cuya integridad se ha desviado pecando,
consiguiendo la remisión de sus culpas”
(Del Sacramentario Gelasiano)

Introducción

Un nuevo tiempo
Hoy marcamos el comienzo de un nuevo tiempo en nuestras vidas con el signo de la ceniza sobre nuestras cabezas. Como lo dice la oración de este día, reconociendo nuestra fragilidad entramos en un tiempo de combate –así como el de Jesús en el desierto- contra el mal: “que nuestros actos de penitencia nos ayuden a vencer el espíritu del mal”.

Como Jesús, quien inmediatamente después de su Bautismo, fue conducido al desierto por Espíritu Santo y puesto a prueba durante 40 días por Satán, nosotros entramos en un período de 40 penitenciales para renovar y fortalecer nuestra fe bautismal. La penitencia, como bien lo sabemos, es el ejercicio de la conversión.
Este período nos conduce hasta la Pascua. En ella Jesús nos sumerge hondamente en su misterio, porque la salvación no se gana con la fuerza de los puños, sino que es esencialmente un don de Dios ofrecida por la mano del Crucificado-Resucitado.

Tiempo de renovación

Todos los discípulos de Jesús somos invitados a ponernos en camino para celebrar la Pascua con un corazón renovado.
Como lo constatamos en nuestra experiencia de vida, hay tiempos privilegiados en los que nos percatamos de la necesidad de una renovación, de hacer un alto en el camino para reorientar la ruta hacia la meta cierta. Esto lo hacemos con frecuencia: al comienzo de un año escolar, cuando pasamos por una prueba o una convalecencia, cuando vivenciamos un momento de gozo vinculado a un gran amor. Hay momentos en los que todo se renueva y sentimos que es necesario tomar decisiones. Para algunos, por motivos de salud, es seguir un régimen o hacer un poco de deporte, para otros es un cambio fuerte en su estilo de vida o una reorganización del tiempo.

La Cuaresma es algo parecido: es una mirada profunda sobre la ruta de nuestra vida cristiana, la cual tiene sus raíces en las aguas bautismales. Es una toma de conciencia de los que estamos haciendo y una reorientación de nuestro proyecto de vida en aquello en
lo que la Palabra del Señor nos lo muestra.

Este es un tiempo de liberación. Creer en que la liberación es posible aligera la marcha, nos saca de lo que nos encierra, de lo que nos hace duros ante los otros. El Señor nos suplica que creamos. Él mismo cree y por eso nos ofrece esta renovación, esperando nuestra colaboración.

Escuchar la interpelación para suscitar la respuesta

¿Qué respuesta nos pide el Señor? Ante todo que manifestemos la verdad de nuestro deseo, el deseo de una gracia que ya nos ha sido ofrecida. Por eso la cuaresma hay que vivirla como una oportunidad.

Los textos bíblicos de este día de apertura solemne, signada por un sencillo rito, orientan nuestra mirada hacia el Señor que “lento a la cólera y rico en misericordia”. Quien acoja su don experimentará la alegría de ser salvado. Por tanto: “¡Dejémonos reconciliar con Dios!”. Veamos cómo las lecturas nos ofrecen indicaciones para entrar en la Cuaresma “con pie derecho”.

1. La Primera Lectura: Joel 2, 12-18
“12Mas ahora todavía – oráculo de Yahveh – volved a mí de todo corazón, con ayuno,
con llantos, con lamentos.
13Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios,
porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se ablanda ante
la desgracia.
14¡Quién sabe si volverá y se ablandará, y dejará tras sí una bendición, oblación y
libación a Yahveh vuestro Dios!
15¡Tocad el cuerno en Sión, promulgad un ayuno, llamad a concejo,
16congregad al pueblo, convocad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a los
pequeños y a los niños de pecho!
Deje el recién casado su alcoba y la recién casada su tálamo.
17Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros de Yahveh, y
digan: ‘¡Perdona, Yahveh, a tu pueblo,
y no entregues tu heredad al oprobio a la irrisión de las naciones!
¿Por qué se ha de decir entre los pueblos:
¿Dónde está su Dios?’
18Y Yahveh se llenó de celo por su tierra, y tuvo piedad de su pueblo”.

Por la boca del profeta Joel, Dios invita a su pueblo a “volver” hacia él. No por medio de ritos externos, sino a través de un camino interior. Si el pueblo recorre este camino, Dios podrá “volver” a él. Notemos en la lectura ese doble movimiento de los sujetos: el doble “volver”, tanto el
del hombre como el de Dios. De manera sorprendente se describe una doble conversión: la del pueblo y la de Dios. La palabra “conversión” hay que tomarla aquí en el sentido literal de “dar un giro de media vuelta”. El pueblo debe devolverse del camino que lo lleva al mal para ponerse se
nuevo de cara a Dios.
Entonces Dios también volverá su rostro hacia su pueblo, esto es, renunciará a aplicarles el justo castigo por sus faltas, mirará de nuevo a su pueblo de manera favorable, más aún, mostrará su verdadero rostro de ternura y de misericordia. En este pasaje de Joel nos encontramos con una teología de la Alianza a partir de la renovación de la misma. Veamos los pasos:

(1) El profeta llama al pueblo para que se congregue para una fiesta entre Dios y su pueblo. Ninguno debe faltar.
(2) Los sacerdotes ejercen su ministerio de intercesión exponiéndole a Dios de forma muy hábil la causa de su pueblo: “No expongas a tu pueblo a las burlas de los paganos”. Si tú castigas a tu pueblo, los enemigos van a decir: “¿Dónde está su Dios?”.
(3) Se termina con una nota de esperanza: Dios tiene “piedad” de su pueblo. En una traducción literal, se podría decir: “Dios está conmovido hasta las entrañas”. La expresión evoca las entrañas maternales, la ternura de una madre por su hijo.
Así los dos caminos, el del penitente y el del amor de Dios se encuentran. El abrazo, tal como se describe al final, no puede ser más profundo.

2. El Salmo 51: “Miserere mei, Deus”
El Salmo 51 (o 50 en la liturgia) será nuestro…. ver documento completo miercoles ceniza

P. Fidel Oñoro, cjm

Renovados bajo el signo de la ceniza

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