Aproximación a los primeros aprendizajes que nos deja el confinamiento
El confinamiento de la población escolar está teniendo una serie de consecuencias inmediatas en la nueva relación entre profesor@s, alumn@s y familias. Tanto en el ámbito de las relaciones interpersonales como en el puramente pedagógico.
Tiempo habrá para analizar sosegadamente lo que está pasando, y las nuevas creencias que se van a instalar en los marcos mentales de todos los implicados. Ya podemos encontrar en las redes los primeros acercamientos al asunto. Especialmente interesantes me han parecido las aportaciones de Xavier Aragay, y de su equipo de Reimagine Education con los que tengo el placer de colaborar a menudo, Fernando Trujillo, Carlos Magro, o la fresca aportación del colega y buen amigo, el colombiano Carlos Andres Peña. Y es que algunas conclusiones se pueden extraer ya, que nos inviten a seguir atentamente lo que ocurre para extraer los aprendizajes que nos ayuden a transformar la educación.
Por mi parte, me gustaría señalar algunas observaciones que me parecen dominantes:
La primera es la constatación de la voluntad y el compromiso casi mayoritarios de l@s profesor@s para seguir la actividad lectiva, con la finalidad de que l@s alumn@s no pierdan el ritmo del curso, aunque domine una clara incertidumbre de cómo acabará. También podemos destacar razones de índole económico en aquellos centros que dependen habitualmente de la aportación de las familias. Pero, en definitiva, el comportamiento profesional y humano del profesorado está demostrando una vez más que el sistema se sostiene en buena parte por su vocación y generosidad, como ya ocurrió durante los años de la crisis económica desde 2008. Esta evidencia también queda reflejada en los muchos comentarios que circulan en las redes, con muestras emotivas de reconocimiento y agradecimiento a la labor de tantos y tantas maestros y maestras.
La segunda observación es las dificultades de trasladar la actividad lectiva presencial a la virtualidad y a la distancia. Esta problemática es lógica porque el cambio se ha dado de un día para el otro, y sin contar con margen de tiempo para prepararlo. Y varias han están siendo las voces que advierten del error de “pretender hacer on line lo que se hace presencialmente”, como señala el profesor de tecnología educativa Miquel Àngel Prats. Pero la cruz del compromiso de much@s profesor@s es el activismo tradicional que caracteriza nuestro sector. En pocos centros se ha pensado en esperar dos o tres días antes de empezar la actividad lectiva a distancia, y así preparar mejor y en equipo la estrategia. Pararnos a pensar en el medio y largo plazo no suele ser un hábito en los directivos de nuestro sector, y ahora, con la inmediatez, aún se ha puesto en mayor evidencia. Esperemos que uno de los aprendizajes que podamos extraer de esta experiencia sea la importancia de pararse un poco y dar mayor relevancia a la estrategia, antes de lanzarse a la acción.
La tercera observación es la distancia entre la manera de entender los usos de la tecnología de l@s alumn@s y de los profesor@s. Ni los primeros responden al famoso tópico de “nativos digitales” ni los segundos son incompetentes digitales. La dificultad estriba más, desde mi punto de vista, en la concepción del proceso de enseñanza y aprendizaje que domina mayoritariamente en nuestra mentalidad de profesor@s. A menudo el problema no es que no tengamos conocimientos técnicos de recursos digitales, sino que no los necesitamos para la aplicación de la metodología que está detrás del tipo de enseñanza y de tareas que ponemos a l@s alumn@s. En este sentido, me parece que el aluvión de recomendaciones de recursos digitales que estos días recorren las redes no va a ayudar mucho a quienes aun no entienden para qué los necesitan. Me recuerdan aquellos versos del poeta Antonio Machado “Bueno es saber que los vasos / nos sirven para beber; / lo malo es que no sabemos / para qué sirve la sed”. También espero que las experiencias de estos días nos ayuden a clarificar la necesidad de cambios en el paradigma del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Y la cuarta observación es la contundencia de una constatación no por conocida menos atendida, como es los efectos de la escolarización a distancia entre los sectores más vulnerables. La evidencia del valor de la socialización, del aprendizaje entre iguales, de la educación de hábitos, entre otros, quedan malparados en el periodo de confinamiento. El responsable de proyectos de la Fundació Jaume Bofill, Miquel-Àngel Alegre lo advierte en dos entrevistas en El País y La Vanguardia.
Pero en tiempos de tribulaciones, lo mejor que podemos hacer es buscar experiencias de éxito en este reto que nos ha explotado en la cara de manera tan inesperada. Así que me gustaría acabar esta aportación con cuatro referencias de buenas prácticas en el cambio de paradigma que estamos viviendo. Responden a diferentes entornos. No son ni las únicas ni las mejores, pero son interesantes: Escola Octavio Paz de Barcelona, la Escuela Ideo de Madrid, el CEIP Labastida (Alava).
Tomado de : https://pepemenendez.wordpress.com/
